Literatura

Soleariyas de Manuel Machado

Manuel Machado

Soleariyas de Manuel Machado

Demófilo; del griego “amigo del pueblo”. Así firmó el padre de los hermanos Machado -y creador de la sociedad “El Folclore Andaluz” o como él escribía; folk lore (saber del pueblo)- la primera antología poética flamenca “Colección de cantes flamencos”.

Por ahí se iniciaría Manuel, su hijo mayor, en el buen gusto por el flamenco. Tal es así, que en 1912 publicó “Cante hondo” donde plasmó, con gran éxito, recopilaciones y composiciones propias que ya circulaban por su época; soleares, malagueñas, cañas, tonás, seguiriyas, alegrías o livianas.

En el prefacio revela, además de su admiración por La Niña de los Peines y otros cantaores de la época, el carácter de sus coplas;

“Yo mismo, andaluz, sevillano hasta la médula (de allí soy, de allí mis padres y mis abuelos), canto al estilo de mi tierra los sentimientos propios, sin otra idea que la de aliviarlos o exaltarlos, según me duelen o me complacen”

Mientras vivieron, Manuel era conocido como “el mayor de los Machado” pero muerto el menor, lo rebautizaron como “el hermano de Antonio“, quedando relegado a un injusto segundo plano y llegando a ser clasificado por la crítica como un poeta menor. Cuentan que, en plena efervescencia por la figura del autor de “Soledades”, José Luis Borges -que conoció a ambos en su juventud-, al ser preguntado por el poeta sevillano respondió: “¿Dice usted Antonio Machado? ¡No sabía que Manuel tenía un hermano!”

Durante su carrera Manuel Machado escribió poemas aptos para el cante, llegando a crear una nueva variedad de soleá, que llamó soleariyas, en las que el verso central tiene un número desproporcionado de sílabas; de 9, 10, 11, ó más.

Aquí os dejamos algunas:

Solariyas

Llorando, llorando,
nochecita oscura, por aquel camino
la andaba buscando.

Conmigo no vengas…
Que la suerte mía por malitos pasos,
gitana me lleva.

¡Mare del Rosario,
cómo yo guardaba el pelito suyo
en un relicario!

¡Qué le voy a hacer…!
Yo te he querío porque te he querío
y te he olvidao porque te olvidé.

Toíto se acaba:
la salú, la alegría, el dinero
y la buena cara.

Yo no sé olvidar…
Yo no sé más que quererte hoy mucho
y mañana más.

Esta agüita fresca…
¡Cómo la tengo en los propios labios
y no puó beberla!

Perdona por Dios…
que otra gitana se llevó las llaves
de mi corazón.

¡Qué gustiyo grande
que las cositas qu tú y yo sabemos
no las sepa nadie!

Eres como el sol:
cuando tú vienes se hace de día
en mi corazón.

No temo a la muerte,
serrana del alma, por perder la vía,
sino por perderte.

Siéntate a mi vera…,
dame la mano, hermanita mía,
cuéntame tus penas.

Tiene mi chiquilla
los ojitos negros más negros y grandes
que he visto en mi vida.

Que no quieres verme…
De día y de noche, dormía y despierta,
me tienes presente.

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